Odio el facebook y las pendejadas cada vez que alguien hace o no hace algo, la patética carrera por quién te agrega y la diarrea en mi mail cada vez que alguien dice algo sobre mi.
Odio los taxis agalludos que no hacen colectivos los “días sin moto” y que siempre se me olvide que ocurre cada primer viernes del mes.
Odio levantarme tarde y encontrar visita en mi casa a las 11 de la mañana del sábado que no se van hasta después de las 12 por el almuerzo.
Odio los emoticons del Messenger y que la gente escriba con un montón de monicongos que no se que coño significan.
Odio los putos mensajes de texto de Tigo cada hora en el celular y que me acaban rápido la batería del teléfono.
Odio a Patito Feo, RBD, y a todo musical méxico-argentino que surja en las próximas generaciones, y las emisoras que ponen las canciones todo el santo día “No más con las endemoniadas divinas y su gasolina”
Odio la cosa política y tener que escuchar el PEOR sarcasmo de la televisión colombiana.
Odio al ñato de Radio Tiempo y al que se inventó Control Kids.
Odio a Jota Mario.
Odio las cadenas de correos que amenazan con castrarme, echarme brujería, explotarme el computador o hasta la muerte si no los reenvio.
Odio los comerciales de Frutiño, Doña gallina, a la que se depila con un cuchillo y especialmente el de Ervamatín.
Pero sobretodo odio odiar, no es un sentimiento del que se pueda estar orgulloso.